Nuestros pueblos, más vivos que nunca tras la pandemia
- En el Día del Mundo Rural, las entidades que trabajamos en el medio rural alavés -ACOA, Cáritas, Cristianos Rurales de Álava y UAGA- subrayamos que, a pesar de todo, esta crisis nos ha enseñado a valorar nuestra vida
El 15 de mayo, Día del Mundo Rural, los pueblos alaveses festejamos nuestro día. Este año llega de nuevo en una situación anómala, sufriendo aún las consecuencias de la COVID-19. Y aunque sea de forma diferente a las fiestas habituales, este año también hay razones por las que celebrar. Las entidades que trabajamos en el medio rural alavés pensamos que aunque el virus ha tenido consecuencias graves, hemos aprendido de esta situación y queremos transformar el virus en vida.
Con un vídeo simbólico, que puedes ver aquí, queremos reflejar toda esa transformación y aprendizaje:
La vulnerabilidad de esta etapa nos ha enseñado la fortaleza de nuestra vida en los pueblos, las ventajas de poder estar en contacto con la naturaleza, en viviendas más adaptadas a esta nueva realidad.
La incertidumbre nos ha llevado también a aprender qué es lo importante: la familia, la salud, la amistad, los abrazos. La interdependencia y la interrelación entre las personas, que hemos salvado en parte gracias a la conexión a través de las redes, aunque muchas veces nos olvidamos de las dificultades de estas nuevas formas de comunicación para nuestras personas mayores y la necesidad de que los pueblos cuenten con conexiones de calidad para no quedarnos atrás.
La realidad ha puesto en evidencia la importancia de lo rural, esa necesidad de las personas de respirar y salir a la naturaleza. Pero esa necesidad debe ir acompañada del respeto hacia quienes vivimos en los pueblos, a nuestras costumbres y nuestros trabajos.
También hemos aprendido a reconocer como esenciales trabajos que antes pasaban desapercibidos: la sanidad, la limpieza, el comercio de proximidad, la producción de alimentos…
En todo este año hemos constatado la necesidad de mantenernos unidos y unidas, de humanizar la sociedad, los cuidados, para tomar conciencia de que haciendo equipo somos más fuertes y lograremos hacer frente a las adversidades.
La nueva situación ha revelado carencias y retos que afrontar: salud, sanidad, seguridad, servicios necesarios para que todo funcione. Hemos sentido la soledad de quienes han tenido que sufrir la enfermedad sin su familia, personas que han pasado meses sin compañía, en los hospitales o en sus casas.
Y también hemos comprobado que, en medio de esta crisis, la solidaridad se ha hecho presente en el ánimo de todas aquellas personas que han tejido redes para acompañar, para ayudar en la medida de sus posibilidades. Hemos visto que se puede contribuir desde lo pequeño para mejorar la situación, siendo capaces de buscar soluciones a los problemas y transformar los problemas en oportunidades.
En definitiva, desde lo rural, hemos aprendido que, pese a todo, el virus puede transformarse en vida:
- Somos conscientes de la necesidad de valorar todo lo que tenemos a nivel personal y colectivo, saborear las ventajas de vivir en un entorno rural, de seguir poniendo en práctica las relaciones de vecindad.
- Debemos tomar la iniciativa y poner el foco en lo importante: crear redes, pasar de lo individual al poder del colectivo.
- Hemos demostrado nuestras capacidades y nuestra aportación a la sociedad. Como vecinos y vecinas, hemos acompañado en el duelo por todas las pérdidas de este año.
- Seguimos apostando por la vida rural, por la agricultura y la ganadería como forma de vida, porque la producción de alimentos es esencial para nuestra sociedad. Hemos afrontado los retos y seguimos mirando hacia adelante con optimismo.
Por todo ello celebraremos, aunque de otro modo, nuestra fiesta de San Isidro el 15 de mayo, desde la responsabilidad y el cuidado colectivo, volteando las campanas de nuestros pueblos, a las 12 de la mañana.
Vitoria-Gasteiz, 13 de mayo de 2021